jueves, 15 de marzo de 2012

Cuba, el Papa y alguna gente de mala fe

(Tomado de La Pupila Insomne)

Edmundo García

Página oficial de la cancillería cubana sobre el viaje del Papa a Cuba
Desde el principio Benedicto XVI habló claro sobre los objetivos de su viaje. El 16 de diciembre la prensa internacional circulaba estas declaraciones de Su Santidad: “Viajaré a México y a Cuba antes de la Santa Pascua de 2012 para proclamar allí la Palabra de Cristo y afianzar la convicción de que éste es un tiempo precioso para evangelizar con una fe recia, una esperanza viva y una caridad ardiente”. La misión pastoral que le lleva a Cuba en el Año Jubilar por el aniversario 400 de la aparición de la Virgen de la Caridad del Cobre fue confirmada por el Cardenal Jaime Ortega durante la Misa de Clausura de la Peregrinación Nacional de la Virgen, pronunciada el 30 de diciembre pasado frente a la bahía de la ciudad de La Habana.

A pesar de la publicación de una agenda minuciosa con todos los detalles de la visita, hay personas y ciertos grupos que están ejerciendo presión política sobre la Iglesia Católica para obstruir y si es posible abortar el evento. El viernes 2 de marzo el propio Cardenal Ortega confirmaba a la agencia AFP sobre dichas presiones; que parten de expectativas políticas ajenas a este tipo de visita Papal. Pero quiero ser más preciso en lo que de verdad sucede; y es que hay personas que se están prestando al juego de unas fuerzas extrañas a Cuba, para hacer quedar mal al país ante los invitados. Este tipo de rejuego, por cierto, no existe en el caso de la vista del Papa a México; país agitado por la violencia, problemas de secuestro y gobernabilidad. Pero el caso cubano siempre es especial para la prensa internacional y, por supuesto, para la prensa de Miami.



El pasado 4 de marzo la actual presidenta de las Damas de Blanco, Berta Soler, dio una entrevista a la mal llamada emisora Radio Martí donde exigía que Su Santidad Benedicto XVI le concediera una audiencia especial, de “aunque sea un minuto”, para cuestionar las relaciones de la Iglesia con el gobierno cubano y calumniar los resultados de ese diálogo, del cual su propia familia se ha beneficiado con la liberación de su esposo Ángel Moya.

No obstante las autoridades católicas de la isla, que siempre han tenido una actitud compasiva con las Damas de Blanco, dieron una respuesta formal al pedido. El pasado miércoles 8 de marzo una representación de Las Damas de Blanco, que incluyó a Berta Soler, se reunió con Monseñor Ramón Suárez Polcari, quien les dijo que sería muy difícil el encuentro solicitado porque la agenda del visitante estaba “muy cargada”.  

A pesar de la explicación, Berta Soler no ha dejado de exigir con impropia autoridad que el Papa le tiene que dar ese “minuto”. Y la prensa anticubana, como siempre, se la ha pasado divulgando el plante de la señora como si fuera un acto heroico.  Esta insistencia de Berta Soler me deja varias inquietudes. La primera tiene que ver con el sentido común, con la disciplina ante un itinerario anunciado, de la cual parece carecer la señora Soler: ¿En qué momento quiere Berta Soler que Benedicto XVI le otorgue ese “minuto”? Porque según la agenda oficial que seguramente ella conoce, el tiempo del Papa en Cuba está lo suficientemente ocupado desde el lunes 26 de marzo a las 2 de la tarde que llega a Cuba, hasta el miércoles 28, cuando oficiará misa en la Plaza de la Revolución a las 9:00 de la mañana y luego se despedirá. Un total de 51 horas de visita en Cuba, en las que tendrá que sacar tiempo además para viajar, meditar, leer, asearse, vestirse, descansar por la intensidad del trabajo y su avanzada edad, y pedir por todos.

Si Berta Soler y sus aliados han perdido el sentido de la realidad, por lo menos no pierdan el sentido del tiempo. Es tan evidente que el Papa no podrá conceder la reunión que le piden, que resulta claro que lo único que desean es pleitear la visita; sabotearla. ¿Para qué? Pues para lo que la misma Berta Soler dijo a la referida emisora; para denunciar que no la dejan ir a misa ni desfilar por las calles de La Habana. Lo que es una gran mentira; probada por el hecho de que esa misma declaración Berta Soler la dio desde la Iglesia de Santa Rita, el domingo 4 de marzo.

La forma en que ese boicot a la visita del Papa opera sigue el mismo guión de siempre y hasta se repiten los personajes. Si se entra ahora mismo a la página en internet de Radio Martí, se encuentra una noticia reportada por Vladimir Calderón Frías, quien se auto titula Presidente del Partido Republicano de Cuba, el mismo al que dicen pertenecía Orlando Zapata Tamayo. La noticia asegura que varias iglesias de la isla han sido “ocupadas” por los opositores, citando entre ellas a “la Iglesia de La Caridad, en La Habana; la Iglesia San Isidoro, en Holguín; la Iglesia San Jerónimo, en Las Tunas, así como otras dos iglesias en Santiago de Cuba y Pinar del Río.” La manipulación se redondea cuando se da como motivo de la “ocupación” la pretendida parcialidad de la visita del Papa, y cuando se agrega que la policía está a punto de aplicar la fuerza. Lo reportado ni es verdad, ni hace falta que lo sea; basta con que alguien llame por teléfono y diga cosas como esta para que toda una red de periódicos, sitios en internet, emisoras de radio y televisión en Miami y en España lo repitan, para intentar deslegitimar así la visita de su Santidad Benedicto XVI. De paso, los centenares de personas que viven en Miami de criticar a Cuba consiguen el pretexto del día para hacer eso que falsamente entienden como periodismo. Estas operaciones en Miami implican también una gran presión sobre autoridades católicas como el Arzobispo Thomas Wenski, quien promueve la participación de miembros de su diócesis en la visita pastoral de Su Santidad a la isla. Los medios que manipulan las mentiras que urden supuestos periodistas independientes, obligan a quienes desean viajar al encuentro jubilar en Cuba a dar explicaciones de sus actos, como si hacer lo correcto desde el punto de vista de su fe fuera en verdad un delito.  

Por demás, creo que es válido preguntar: si las Damas de Blanco, que son unas pocas personas, un movimiento inventado, pueden exigir que el Papa las reciba, ¿no tendría el mismo derecho a demandar su “minuto” la Organización de Pioneros José Martí, con más representatividad que ellas por tratarse de un millón y medio de niños y adolescentes cubanos? ¿No podría aspirar también a su “minuto” la Federación de Mujeres Cubanas, con casi cuatro millones de afiliadas? O la Federación Colombófila de Cuba, con más de 6 mil asociados especializados en el cuidado y cría de palomas mensajeras. O la Federación Cubana de Esperanto, con miles de seguidores. O la Asociación Nacional de Orquestas de Charangas, reconocida por el Ministerio de Cultura, y que se la pasa trabajando todo el año para divertir al pueblo. Si todas las asociaciones y clubes de Cuba exigieran su “minuto de fama”, entonces, ¿cuánto duraría la visita de Benedicto XVI?

No quiero terminar este comentario sobre el desubicado pedido de Berta Soler y compañía sin compartir una gran preocupación. Tengo que confesarles que no entiendo muy bien las razones de la predilección de algunas de esas Damas de Blanco por señalarse en público junto a figuras que son de lo más discutible que ha dado Miami. La difunta Laura Pollán reconoció, sin que nadie se lo pidiera, que el convicto por terrorismo Santiago Álvarez Magriñá le enviaba financiamiento y presentes. Su protegido Luis Posada Carriles, terrorista confeso y bajo pedido de extradición por Venezuela y casi seguro por Panamá, parece ser la persona escogida por Reina Luisa Tamayo para exhibirse en Miami y posar en fotos. Y ahora aparece Luis Zúñiga Rey en el programa de televisión de Oscar Haza, en la noche de ayer martes 13 de marzo, como el gran defensor de Berta Soler en Miami. El mismo Zúñiga que se infiltró en Cuba para cometer delitos violentos, que perteneció a la Fundación Nacional Cubanoamericana y ahora al CLC, que como protegido de Pedro Roig difamó a Cuba desde Radio Martí y forma parte del grupo de confianza del Alcalde de Miami Tomás Regalado. Como les decía, es un poco sorprendente el tipo de selectividad que siguen estas personas; es como si escogieran siempre, de lo malo, lo peor.

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