Salim Lamrani: “Los franceses tienen ansias de justicia social”
Cecilia Diwan
Cecilia
Diwan: ¿Qué impacto va a tener, primero en Francia y luego en Europa el
triunfo de Hollande en estas elecciones presidenciales en Francia?
Salim Lamrani: Yo creo que la elección de François Hollande a la presidencia de la República francesa reviste una importancia trascendente
por varias razones. Marca indudablemente una ruptura con el gobierno
neoliberal anterior, que arremetió contra las conquistas sociales. El
balance del gobierno de Nicolás Sarkozy es aterrador al
respecto. Es el autor del peor plan social de la Quinta Republica con
la supresión de 150.000 puestos de funcionarios en 5 años. Aumentó la
edad de retiro, privatizó muchos servicios públicos, cerró escuelas y
hospitales, hizo regalos fiscales a las clases más acomodadas de la
sociedad. Se disparó la deuda francesa en el espacio de cinco años, se
multiplicó por dos. Ahora asciende a 2 billones de euros. Por otra
parte, hay cerca de un 10% de la población francesa desempleada y más de
8 millones de ciudadanos que viven por debajo del umbral de la pobreza
en un país que es la quinta potencia mundial y que es dos veces más rico
que hace 20 años.
El
gran problema en Francia no es la falta de riqueza sino su mala
repartición. Los que votaron a favor de François Hollande esperan de él
que resuelva esta situación. De hecho Hollande habló en su primer
discurso de justicia porque los franceses, después de cinco años de
gobierno neoliberal, tienen ansias de justicia social y lo han
demostrado mediante esta elección. Hay que recordar que el lema oficial
de nuestra República es libertad, igualdad, fraternidad. Éste es un
primer punto.
También
a nivel continental, la elección de Hollande es importante porque por
primera vez desde la crisis financiera en 2008 en Europa y la aplicación
de medidas de una austeridad extrema, un candidato de izquierda gana
unas elecciones presidenciales. En toda Europa hay una mayoría de
gobiernos conservadores partidarios de la aplicación de planes de ajuste
severos. Con la elección de Hollande se abre una brecha en Europa a
favor de una alternativa política que no sea esa ola neoliberal que está
destruyendo todas las conquistas sociales. Se rompe el eje
Sarkozy-Merkel. Ahora la Alemania de Angela Merkel, favorable a la
austeridad, se encuentra aislada. Hollande declaró anoche en su primer
discurso que “la austeridad ya no puede ser una fatalidad en Europa”. Es
una ruptura muy importante.
El
nuevo presidente francés parece haber comprendido que las actuales
políticas de austeridad que promueven las instituciones financieras
internacionales y el Banco Central Europeo, y que se aplican en Europa
tienen el efecto inverso al que pretenden causar ya que la reducción de
los gastos, la disminución de los salarios y de las pensiones de retiro
–además de las consecuencias sociales y humanas que ocasionan– conducen
inevitablemente a la recesión, a una contracción del consumo.
CD:
¿Qué medidas se pueden esperar entonces después de esta ruptura? Él
dice que va a romper con este camino de austeridad. ¿Qué medidas se
puede esperar que promueva Hollande sobre todo teniendo en cuenta que
Merkel no está dispuesta a renegociar este pacto fiscal que se viene
aplicando en Europa?
SL: Efectivamente el principal problema es el de la deuda. Hay dos opciones: el estatu quo que preconiza Angela Merkel o una reforma del Banco Central Europeo para permitirle que preste directamente a los Estados.
El
caso emblemático de la crisis financiera en Europa es el caso de
Grecia. Sabemos que la crisis griega se podría haber evitado. Habría
bastado con que el Banco Central Europeo hubiera prestado directamente a
Grecia las sumas necesarias, con la misma tasa de interés con la que
presta a los bancos privados, es decir entre el 0% y el 1%. Eso habría
impedido toda especulación sobre la deuda por parte del mundo
financiero. Pero el problema es que el Tratado de Lisboa que quiere
mantener a toda costa Angela Merkel –que, dicho sea de paso, el pueblo
francés rechazó por referéndum en 2005 pero el presidente Sarkozy lo
impuso por vía parlamentaria tres años después contra la voluntad de los
ciudadanos– prohíbe la posibilidad de que el Banco Central preste
directamente a los Estados.
Yo
creo que Hollande puede convencer a las demás naciones, porque primero
las políticas de austeridad son económicamente ineficientes y además es
difícil construir Europa sin Francia que es su segunda potencia, como
sería difícil edificar una América Latina unida sin Argentina, que es la
tercera potencia.
CD:
Estamos hablando de lo que va a suceder en Europa después del triunfo
de Hollande. ¿Qué se puede esperar que suceda en Francia teniendo en
cuenta que en general cuando un presidente gana las elecciones tiene
cien días, se podría decir, de luna de miel? Después empiezan las
exigencias, pero Hollande en junio va a tener que enfrentarse a unos
comicios legislativos. ¿Qué se espera que suceda en esos comicios
teniendo en cuenta que la extrema derecha obtuvo un gran porcentaje de
los votos en primera vuelta?
SL: Es
verdad que la extrema derecha consiguió un 17,9% pero si comparamos
este resultado con las elecciones de 2002 podemos decir que el
porcentaje de la extrema derecha bajó. En realidad se mantuvo más o
menos el nivel de la extrema derecha.
La
nueva fuerza política que emergió de la primera vuelta electoral
francesa es el Frente de Izquierda que sacó un 11%, o sea 4 millones de
votos, los cuales permitieron la elección de François Hollande en la
segunda vuelta. El 82% de los que votaron a favor del Frente de
Izquierda optaron por François Hollande.
Claro,
el nuevo presidente francés quiere una mayoría en el Parlamento. Pero
tiene que enfocar su política a lo social, mejorar las condiciones
sociales del pueblo francés. Desde luego eso tiene que pasar por el
aumento del salario mínimo, que es imprescindible. En la historia
francesa, en la historia política francesa, cada vez que gana la
izquierda se aumenta el salario mínimo.
Hay
que aumentar el salario mínimo porque es lógicamente lo adecuado desde
un punto de vista económico, porque cuando se aumenta el salario mínimo
se alienta el consumo. Si se alienta el consumo las empresas producen
más para responder a esta nueva demanda. Para poder hacerlo tendrán que
contratar a gente y así disminuirá el desempleo. El Estado, desde luego,
sale ganador porque gastará menos para ayudar a los que no tienen
trabajo y por otra parte recaudará más impuestos con estos nuevos
trabajadores. Yo creo que el camino viable es aumentar el salario
mínimo. (Radio Nacional de Argentina http://www.radionacional.com.ar/, 7 de mayo de 2012)
*Doctor
en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris
Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor encargado de cursos en la
Universidad Paris-Sorbonne-Paris IV y en la Universidad Paris-Est
Marne-la-Vallée y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y
Estados Unidos. Su último libro se titula Etat de siège. Les sanctions économiques des Etats-Unis contre Cuba, París, Ediciones Estrella, 2011, con un prólogo de Wayne S. Smith y un prefacio de Paul Estrade. Contacto: Salim.Lamrani@univ-mlv.fr
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