lunes, 20 de febrero de 2012

Palabras pronunciadas por el Ministro de Cultura cubano, Abel Prieto, en el lanzamiento del libro Enemigo del escritor infiltrado en la CIA, Raúl Antonio Capote.
 (Tomado del Portal Cubasí.)

Presentación del libro de Raúl Capote, de izquierda a Derecha: el escritor Rogelio Riverón, Raúl Capote, el Ministro de Cultura de Cuba y el Ministro de Cultura de Venezuela, Pedro Calzadilla.
Presentación de "Enemigo", de izquierda a derecha: el escritor Rogelio Riverón, 
director de la Editorial Letras Cubanas; el autor, el Ministro de Cultura de Cuba y
el Ministro de Cultura de Venezuela, Pedro Calzadilla.

SERVIR ES DARSE

Prólogo a Enemigo


Ante una contrarrevolución cada vez más desprestigiada y en busca de líderes jóvenes, presentables, con cultura, capaces de llevar adelante proyectos creíbles y de atraer a intelectuales, artistas, estudiantes y personas de otros sectores hipotéticamente pro-capitalistas, la CIA descubrió a Raúl Antonio Capote. Se trataba de un escritor talentoso, crítico, con varios libros publicados, que como vicepresidente de la Asociación Hermanos Saíz en Cienfuegos había combatido incomprensiones y torpezas burocráticas y, ahora, como profesor universitario en la Habana, era muy popular entre sus alumnos por su carisma y el estilo desalmidonado y heterodoxo que usaba para impartir su materia: la Historia.
Así nació el agente Pablo, que tendría como misiones enviar sistemáticamente a la CIA evaluaciones acerca del estado anímico de la población cubana ante cada coyuntura, sobre todo en los medios culturales y universitarios, y  crear una Agencia Literaria alternativa y luego una Fundación de perfil educativo. Pablo podría llegar a convertirse en una pieza clave para el desmontaje de la institucionalidad revolucionaria.  Se suponía que hacia Pablo y sus proyectos fluyeran creadores insatisfechos, que no encontraban respuesta para sus necesidades de promoción, estudiantes con una rebeldía amorfa -a la que podría dársele una estructuración política-  y en general representantes de una “sociedad civil” decepcionada.
En este libro Raúl Antonio Capote nos cuenta sus experiencias como Pablo, sí, y  como Daniel, agente de la Seguridad del Estado, con dramatismo, pasión, desenfado -y también con humor.  En sus páginas verificamos una vez más el esfuerzo patético y siempre fracasado de nuestros enemigos por dividir a la intelectualidad cubana y crear en ella una quinta columna contrarrevolucionaria; su  falta absoluta de ética, de principios; la imagen caricaturesca y despectiva que tienen de Cuba y de los cubanos; y su incapacidad esencial para comprender a este pueblo y a su Revolución. Vemos además cómo actúan, sus formas de operar, sus máscaras, engaños y artificios.
Al propio tiempo, aprendemos más en Enemigo de personas como Capote, del extraordinario heroísmo que significa negarse a sí mismo públicamente día a día, pasar por pruebas durísimas para servir a tu país y estar obligado a compartir con gente innoble, portadora de la más estúpida arrogancia imperial, con una larga trayectoria al servicio de la represión, del genocidio, de la infamia. “Hay que arrancarse de sí. Servir es darse”, asegura Martí, en una carta a Enrique Loynaz, y en pocas misiones de un revolucionario se cumple tan justamente este proceso tan amargo y luminoso como en la que llevan y han llevado a cabo Raúl Antonio Capote y tantos otros cubanos admirables. Arrancarse de sí, darse, eso hicieron martianamente, para servir,  nuestros cinco héroes, a quienes Capote dedica con toda justicia este libro.

Abel Prieto

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