jueves, 19 de mayo de 2011

DE PARAÍSOS, MANZANAS Y SERPIENTES

Comentarios inconclusos a propósto de un artículo de Néstor Kohan


 

 
 
“Tiene en cada país especial historia el capital y el trabajo:
peculiares son de cada país ciertos disturbios entre ellos,
con naturaleza exclusiva y propia, distinta de la que en tierra extraña
por distintas causas tengan. A propia historia, soluciones propias.
A vida nuestra, leyes nuestras.”[1]

José Martí
Revista Universal, México, 14 de agosto de 1875

Por Carlos Rodríguez Almaguer.


Un viejo debate: José Martí y el socialismo.

Cuando el 29 de septiembre de 1875, José Martí afirmaba en la Revista Universal de México que “En pueblos como en hombres, la vida se cimenta sobre la satisfacción de las necesidades materiales”[2], era más que probable que aún no hubiera entrado en contacto con la literatura marxista como sin duda lo hará más tarde[3], durante su larga estancia de quince años en los Estados Unidos, cuando pudo estudiar en el lugar y época de génesis —como lo había hecho Marx en Inglaterra— la  transformación social a que estaba dando lugar la concentración y exportación de capitales, provocando el surgimiento de los monopolios, el capital financiero y con él las burbujas especulativas y, como consecuencia, el imperialismo moderno al que llamó exactamente por ese nombre, convirtiéndose, a través de su lucha multifacética, en el primer antimperialista de la nueva era.

Extraña en él resulta en verdad esta afirmación, que pudiera presentarlo ante los ojos del profano como de un determinismo económico más radical aún que el empleado por Marx y Engels en sus estudios sobre Economía Política, en tanto en la afirmación del Apóstol no aparece siquiera la expresión “en última instancia”, que a la larga se convertiría en puerta salvadora del absolutismo para toda la doctrina científica[4] que, en medio de sus debates sobre esta cuestión esencial, no tuvo tiempo —según indicará luego Engels[5]— de ocuparse a fondo de otros aspectos también importantes e influyentes en el desarrollo social, y que pueden observarse reiteradamente en los escritos más tempranos del Prometeo de Tréveris y aún en los del propio Engels[6].

 Larga ha sido la polémica sobre las posiciones de Martí respecto al socialismo, promovida fundamentalmente por quienes pretenden desligar el proyecto humanista de república esbozado por el Apóstol, del proyecto socialista emprendido por la Revolución triunfante en Cuba el 1ro de enero de 1959 dirigida por Fidel Castro[7]. Llevadas y traídas las breves críticas que hizo Martí sobre Marx a raíz de comentar los homenajes que los trabajadores norteamericanos le rindieron en su muerte y, más exactamente, criticar el modo de aplicación de la teoría marxista a la realidad norteamericana de su época[8], se han solido ocultar o disminuir cínicamente los elogios que le hizo y los aciertos que reconoció en la obra de quien “no fue solo movedor titánico de las cóleras de los trabajadores europeos, sino veedor profundo en la razón de las miserias humanas, y en los destinos de los hombres, y  hombre comido del ansia de hacer bien”, que “veía en todo lo que en sí propio llevaba: rebeldía, camino a lo alto, lucha”.[9]  

Vuélvese por estos días, como de pasada, al tema, pero esta vez no desde la derecha, para oponer el pensamiento de José Martí al socialismo que a duras penas tratamos de construir desde hace exactamente medio siglo —enfrentando terribles presiones de todo tipo procedentes de los más insospechados horizontes— los cubanos, sino desde la izquierda, para observarnos a través de la lupa de un socialismo martiano al que presuntamente pudiéramos estar traicionando (o al que traicionaríamos al cabo) al adoptar los nuevos Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y de la Revolución, aprobados el pasado 18 de abril por el recientemente finalizado Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba.  

En su artículo La “manzana prohibida” del comunismo (Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento hoy), el filósofo argentino Néstor Kohan indaga sobre las nuevas búsquedas teóricas que acontecen en Nuestra América con vistas a sistematizar, y de alguna manera orientar, la praxis revolucionaria en la que se ve envuelta la región en su lucha por dejar atrás seculares formas de explotación e injusticia social. En su somero análisis de las “nuevas” o acaso no tan nuevas formas en que se tratan de remodelar las economías, principalmente de Cuba y Venezuela, expresa Kohan (con todo respeto —como él reitera y también lo creemos) “que esas recetas —que algunos promueven y presentan como poción mágica y redentora— no profundizarán el socialismo martiano ni permitirán avanzar hacia un proyecto bolivariano anticapitalista.”  


Sobre apriorismos y advertencias.

Las consideraciones que pudiéramos hacer a esta apreciación podrían ser también muy breves, si tomáramos en cuenta únicamente los numerosos e inocultables apriorismos que la lastran, la evidente superficialidad del análisis a que se somete por parte del autor la propuesta de actualización de nuestro modelo económico, y al propio tiempo, el profundo desconocimiento (al menos eso evidencia) de los presupuestos generales y específicos en que se basa dicha propuesta.

Pudiéramos limitarnos de buena fe a sugerirle la lectura (o relectura) de los Lineamientos…, ampliamente divulgados por los medios masivos de información y disponible en formato impreso[10] para toda la población, tanto en su versión original sometida a la discusión, enriquecimiento y aprobación del pueblo, como en su versión definitiva aprobada luego de intensos, sinceros y para nada esquemáticos, debates también en las comisiones de trabajo en que sesionaron la Asamblea Nacional del Poder Popular, primero y el Sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, después.   O tal vez pudiéramos, en un plano acaso menos solidario y útil, aunque también legítimo, solicitar al autor atenerse a la sabia advertencia del profesor Puiggrós, citado por él en el texto que comentamos. Sin embargo no consideramos a Néstor Kohan de aquellos a quiénes se refería Martí, que pretenden empinársenos de agorero como quién señala una mota al sol, sino de los que sinceramente se preocupan por los destinos de los pueblos que conforman nuestra Madre América. Mas esto no excusa sus errores de apreciación.

Partiendo de estos últimos supuestos (es decir, de que no polemizamos con un enemigo), diremos que el compañero Kohan juzga demasiado aprisa las premisas (si es que las conoce) sobre las que se basa la actualización del modelo económico cubano expresadas en los Lineamientos... Así como no creo, como muchos otros tampoco incluyendo a Martí, en la invalidación de ideas nobles, o de los vocablos que las identifican, por los errores que en su realización práctica se hayan cometido en épocas anteriores (ni el ideal ni el concepto socialista fracasaron como tal, aún cuando hayan fracasado algunos de sus ensayos prácticos en un tiempo y un espacio dado)[11], tampoco creo acertado comparar el rumbo que pretendemos darle a nuestro modelo económico —que, por supuesto, afecta también al modelo social y forma parte del perfeccionamiento dialéctico del modelo político atendiendo a las transformaciones del movimiento integral del mundo actual— con experiencias “socialistas” anteriores, vr. gr. los países socialistas de Europa del Este, la URSS, etc., en tanto, desde el suceso mismo, se han estudiado a fondo los errores cometidos por aquellos procesos para tratar de evitarlos[12], lo cual no excluye que en la búsqueda de las alternativas posibles dentro del contexto internacional actual, a todas luces muy diferente a cualquier otro anterior, podamos los cubanos cometer nuevos errores que habrán de ser a su vez rectificados.

Por otra parte, considero a Kohan lo suficientemente informado de nuestra realidad histórica como para hacer ese tipo de comparaciones. Sabe muy bien que el pensamiento socialista no llegó a Cuba en las esteras de los tanques del glorioso Ejército Rojo —aunque muchos lo hayan olvidado, las páginas que escribieron sus combatientes en el enfrentamiento y destrucción del fascismo son imborrables y están ahí para quien tenga ojos con que verlas y alma suficiente para agradecerlas— sino que venía de muy atrás, como consecuencia del pensamiento liberal americano, tan diferente al europeo, con exponentes como Benito Juárez y José Martí, por solo citar dos.

En el prólogo al libro Marx, Engels y la condición humana. Una visión desde Cuba, de Armando Hart Dávalos, el propio Kohan señala que “Lo que sucede es que el pensamiento de la Revolución Cubana converge, desde las coordenadas específicas de América Latina y el tercer Mundo, con lo mejor y más original del marxismo historicista y humanista producido en Europa (y también, aunque no es tan visible, en los mismos Estados Unidos),”[13]y continúa añadiendo que “No es casual que las vertientes más interesantes de la nueva izquierda mundial de los años 60 hayan encontrado en la Revolución Cubana un punto de referencia insoslayable”, para concluir esta idea con que “Sólo a costa de ceder al más crudo y brutal eurocentrismo (…) se puede hacer caso omiso de esa imparable irradiación política cuya influencia no se detuvo ni ante los movimientos sociales internos al gigante del Norte ni ante el océano Atlántico.” ¿Por qué asumir entonces la posibilidad (casi certeza) de que las actuales propuestas para la actualización de nuestro modelo económico puedan responder a improvisaciones voluntaristas en el terreno de la praxis o a lentejuelas pseudocientíficas en el plano de las Ciencias Sociales?[14] ¿Por qué carnavalizar con el epíteto, poco serio como casi todos ellos, de “colorida feria de las alternativas” a las variantes que en partes mayores o menores puedan estar incluidas en los Lineamientos de nuestra política económica y social? ¿Cuáles serían, en rigor, los “razonamientos propagandísticos” y las “hipótesis falaces” a que hace referencia?

Ni padrastros ni Oráculos.

En esta búsqueda colectiva (que expresa la voluntad del pueblo, puesto que engloba a la mayoría de él como lo demuestran los datos estadísticos[15] sobre la discusión y las variaciones a que fueron sometidos estos Lineamientos… antes de ser aprobados por el Congreso del Partido y, si no bastara, agregaríamos como expresión del apoyo mayoritario de los cubanos a la actual política de la Revolución y sus dirigentes las dos marchas que, de manera casi consecutiva, protagonizamos en todo el país, principalmente en La Habana, para conmemorar el 50 Aniversario de la proclamación del carácter socialista de la Revolución, la victoria de Playa Girón, que significó la primera gran derrota del imperialismo en América y, unos días después, el brillante desfile por el Primero de Mayo) tenemos a nuestro favor el hecho, sin duda afortunado, de que quienes dirigen este proceso de actualización de nuestro modelo económico (Fidel —¿alguien  lo duda?—, Raúl, Machado Ventura, Ramiro, etc.) no son políticos improvisados deseosos de “innovar” en el plano de las Ciencias Sociales ni de aparentar populismos lentejuelescos a los que nunca hicieron concesiones —ni siquiera cuando al liderar la toma del poder en 1959 todos ellos apenas rondaban los 30 años, edad en que suele estarse más cerca de la verdad martiana sobre el átomo de poder, el despotismo y las águilas de Júpiter[16]— sino  hombres forjados por más de medio siglo de luchas por la justicia social, por el derrocamiento con las armas en las manos del viejo estado burgués capitalista, por destruir hasta los cimientos a las instituciones que lo sostenían, y por construir instituciones nuevas rompiendo las cadenas del pueblo y entregándoles las armas a los obreros, a los estudiantes, a los campesinos, como había prometido Fidel desde 1953 en La Historia me Absolverá; hombres cuyos aportes a esas ciencias sociales y a la praxis revolucionaria por un futuro mejor para la toda humanidad, están escritos ya en el libro de la Historia.

Luego entonces, por un lado, no estamos los americanos de Nuestra América ni tan físicamente solos si nos tenemos los unos a los otros y eso, en verdad, debiera bastarnos, ni tan huérfanos como pareciera, puesto que no sólo tenemos el ideario de Martí, Bolívar, la doctrina de Marx, Engels y Lenin, Gramsci, el Amauta Mariátegui, y el apremio de uno de nuestros primeros socialistas: Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, que aún flamea junto al Cóndor sobre los picachos de los Andes como señal de cuál es el camino: “O inventamos o erramos”[17], sino que también contamos físicamente con muchos de los que en el siglo XX encarnaron sus ideales y lucharon por ellos, quienes llevan consigo no solo el mérito histórico de haber estado a la vanguardia, sino, y sobre todo, la enorme responsabilidad de haber sobrevivido, por azar o destino, a las luchas donde otros de sus compañeros cayeron sin poder ver las luces del futuro por el que morían. Como si fuera poco, tenemos también a una nueva pléyade de revolucionarios (Hugo Chávez, Rafael Correa, Evo Morales) que siguiendo la mejor tradición del pensamiento y el carácter latinoamericanos, buscan, atentos a los signos de los tiempos, los puntos de engranaje de nuestras realidades respectivas de cara a una eventual y ya visible integración regional.

Por otro lado, no creo que luego de las tristes experiencias vividas en el pasado siglo precisemos de Vaticanos para dictarnos, allende los mares, catequesis que, aún cuando fueran válidas lo serían para sus realidades respectivas y, rara vez, —amén  de que a puros golpes hemos recuperado la capacidad decimonónica de “filtrar” experiencias reales o teóricas— se  ajustan a contextos diferentes, salvo en determinadas esencias.

Desde octubre de 1961, en pleno desarrollo de la conocida Crisis de los misiles, Cuba supo —triste y útil descubrimiento— que no existía eso que Néstor Kohan llama “reaseguro” “frente a la prepotencia político-militar imperial”. Por lo tanto nuestra doctrina militar se basó desde entonces en la capacidad defensiva que pudiéramos desarrollar por nosotros mismos, y en las tácticas y estrategias políticas que pusiéramos en práctica en cada momento del porvenir, sobre todo para evitar el conflicto armado sin hacer concesiones de principios al despotismo avasallador y ultrajante del imperio norteamericano. Al propio tiempo debíamos continuar la construcción del socialismo, bloqueados, agredidos sistemáticamente[18] por todas las formas posibles incluyendo la invasión armada y a 90 millas de las costas imperiales, asegurando a la vez la democracia máxima a través de la participación popular en todos los órdenes de la vida social, y la unidad como única garantía de existencia como nación independiente y soberana. De aquí la tesis resumida en maravillosa imagen por Cintio Vitier, de que habíamos fundado un parlamento en una trinchera. 

Si bien es cierto que la existencia de otras potencias equilibraba el orden mundial, sin decir por ello que fuera enteramente justo, creo que resulta ingenuo afirmar que “Al dejar de existir la URSS (…) y con la innegable conversión de China en potencia capitalista, los pueblos del Tercer Mundo nos hemos quedado sin el antiguo potencial respaldo militar de ambas potencias frente a la agresividad del imperialismo.” Al igual que “descubrir” a estas alturas, después de Simón Rodríguez, Bolívar, Martí, etc., que “nuestros pueblos sólo pueden contar con sus propias fuerzas, tanto en su lucha contra el imperialismo como en el intento de pensar alternativas futuras de gestión socialista.” Lo mejor que nos puede pasar es que no tengamos, en esta época de “reenquiciamiento y remolde”, para decirlo con palabras martianas, ni padrastros ni oráculos en cuyos brazos confiar nuestros destinos, sino que, obligados por las circunstancias y el instinto natural de sobrevivir, ante la posibilidad real de extinguirnos, en un mundo que se coaliga cada vez más en centros de poder a la sombra del imperialismo norteamericano o para protegerse de ella, nos veremos ¡al fin! en la necesidad de realizar, aunque sea por conveniencia tácita —ya  que en doscientos años desde la independencia hasta acá no lo hemos hecho atendiendo a la identidad de orígenes, historia común de gloria y de dolor, cultura, religión, idioma, etc.— el  sueño de nuestros padres fundadores: la unidad de nuestras sufridas repúblicas americanas.

No será con el incremento de nuevas potencias militares con lo que podremos sentirnos seguros los pueblos del Tercer Mundo —si es que aún tiene sentido continuar llamándonos así, ante la perspectiva de que, por el cambio climático acelerado por los efectos de las guerras y la existencia de armas nucleares, desaparezcamos con planeta y todo, sin orden de prioridades—. Solo el multilateralismo como práctica en las relaciones internacionales, y el respeto irrestricto al derecho de las naciones a decidir su propio destino, pueden traerle la paz a la olvidadiza e inconsecuente especie humana.


Alertas y ¡Adelante!

Si nos atenemos a la idea de Engels de que “La llamada ´sociedad socialista´, según creo yo, no es una cosa hecha de una vez y para siempre, sino que cabe considerarla, como todos los demás regímenes históricos, una sociedad en constante cambio y transformación”,[19]entonces creo que tenemos claras motivaciones para seguir hablando de socialismo en Cuba sin temor a ser tildados de seguidores posmodernos del traicionero socialchovinismo que criticó Lenin.[20]

La construcción cotidiana de nuestro proyecto socialista, amén de las tácticas o las estrategias y los plazos en que se enmarquen cada una de ellas, continúa afirmando que “en la sociedad socialista cubana nadie quedará desamparado”, y además se señalan principios importantes en los Lineamientos que rigen la actualización del modelo económico asuntos claves como que “El sistema económico que prevalecerá en nuestro país continuará basándose en la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción”, “La política económica en la nueva etapa se corresponderá con el principio de que sólo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de la Revolución, y que en la actualización del modelo económico primará la planificación y no el mercado.” Además, el lineamiento número 03 expresa claramente que “En las formas de gestión no estatales no se permitirá la concentración de la propiedad en personas jurídicas o naturales.” El 05, sobre la planificación socialista, establece que “La planificación abarcará el sistema empresarial estatal, la actividad presupuestada, las asociaciones económicas internacionales, y regulará otras formas de gestión no estatales (cooperativa o privada) [21]  que se apliquen y será más objetiva en todos los niveles. Los nuevos métodos de planificación cambiarán las formas de control sobre la economía. La planificación territorial tendrá en cuenta también estas transformaciones.”[22] El 20, referido a la esfera empresarial, establece que “Los ingresos de los trabajadores y sus jefes en las empresas estatales y las formas de gestión no estatales estarán vinculados a los resultados que se obtengan.” El 23 establece que “Las empresas tendrán independencia para la aprobación de sus plantillas de cargos, cumpliendo los indicadores establecidos en el plan, que contribuirá a impedir que se incrementen las plantillas innecesariamente.”

Cincuenta años de experiencia en la construcción del socialismo en las condiciones de Cuba es tiempo considerable para saber que ni bastan por sí solos los mecanismos tecnocráticos para lograr que las personas cumplan cada día con su deber social, ni bastan solamente los discursos y las apelaciones a la conciencia de las masas. Una aleación equilibrada de uno y otro, desde el trabajo intencionado para desarrollar y preservar en la práctica una ética, traducida en conducta cívica cotidiana, que nos ha hecho crecer como pueblo y como hombres libres en el plazo breve de dos siglos, pasando por el fomento de una cultura jurídica, conocedora y respetuosa en primer lugar de la Constitución de la República y luego de las leyes y normas que nosotros mismos aprobamos en asambleas y reuniones, hasta el establecimiento de mecanismos de coerción social, entiéndase el reconocimiento o la crítica según el grado de conciencia social demostrada en los hechos y por tanto visibles, y jurídicos (leyes, reglamentos, etc.) que permitan sancionar a quienes no cumplan las normas generalmente aceptadas. 

Esa experiencia de medio siglo nos autoriza a decir, sin ambages, que sí, que el igualitarismo es perjudicial al socialismo como sistema y al propio individuo, porque  premia tanto al buen ciudadano que cumple con su deber social y vive orgulloso de su conducta, sin otro blasón, como al lumpen que se vanagloria de vivir al margen del esfuerzo cotidiano y (podemos decirlo, sin temor a parecer discurseros) heroico de la mayoría del pueblo por hacer avanzar, en medio de las más inimaginables contrariedades, el proyecto social que nos mantiene libres y dignos frente a un mundo esclavizado y vejado sistemáticamente. El igualitarismo prostituye al socialismo como sistema social basado en la conciencia del hombre, pues de poco sirve el sacrificio personal cuando a nuestro lado abunda una caterva impune de holgazanes que medra a costa del sudor de los que se sacrifican para sostener con su trabajo las bondades que nos permiten vivir seguros (educación, salud, tranquilidad, respeto) en nuestra propia tierra, y contra el que en muchos casos estos mismos holgazanes blasfeman y critican sin el menor pudor. La igualdad ante las leyes del país, he ahí una gran conquista de cualquier sociedad; el respeto a la dignidad plena del hombre, como quería Martí y aparece refrendado en el Preámbulo de nuestra Constitución Socialista, he ahí otra de las mayores; educación y salud gratuitas que en algunos casos ha llegado hasta el absurdo; sistema de seguridad social del que han abusado los oportunistas sin la menor vergüenza y con la complicidad tácita de otros tantos. ¡Cuántos ejemplos de males que arrastra consigo el igualitarismo, el idealismo excesivo, a pesar de que Martí nos dijo que los pueblos no están hechos de los hombres como debieran ser sino de los hombres como son! Y aún debiendo rectificar estos excesos, no nos arrepentimos de ellos, pues indican la índole de la Revolución y de los hombres que la hicieron posible. En cosas de beneficios al pueblo de nuestro corazón será siempre mejor pecar por exceso que por defecto, aunque este sentimiento, una vez descubierto el mal y conscientes de las condiciones objetivas en las que debemos llevar adelante la obra que es resumen de dos siglos de lucha, no debe llevarnos a perpetuarlo porque cometeríamos un error imperdonable. Martí había sentenciado, lapidario, en su crítica al ensayo de Herbert Spencer sobre La futura esclavitud, publicado en las páginas de La América en Nueva York, en abril de 1884: “Nosotros diríamos a la política: ¡Yerra, pero consuela! Que el que consuela, nunca yerra.”[23]

Contra ese Estado Socialista se han volcado, en los últimos años, innumerables críticas. Hemos dado en estos breves apuntes, incompletos e inconclusos, algunas referencias a las condiciones en que hemos tenido los cubanos que adelantar por el duro camino del socialismo en las condiciones de país pequeño, pobre en lo referido a recursos naturales, subdesarrollado, que en cinco siglos de historia desde la llegada de Colón ha sido durante cuatrocientos años colonia de España y 60 más neocolonia yanqui: hace apenas 50 años que tomamos la rienda de nuestros destinos, y mucho tendrán que perdonarnos nuestros errores los que en tan breve tiempo histórico no hayan podido traer para sus pueblos lo que pedía Bolívar de un gobierno en su discurso ante el Congreso de Angostura, el 15 de febrero de 1819: “mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política.”[24]  

De paternalista o de totalitario se ha acusado reiteradamente al Estado cubano, según de donde vengan las críticas. Se le exige lo mismo que no haga concesiones al mercado, que se abra a la inversión extranjera, que mejore la calidad de vida del pueblo; mientras tratamos de garantizar esta última sin hacer concesiones de principios, no faltan quienes abogan por una mayor horizontalidad en la estructura de nuestra organización republicana y por limitar los poderes del Estado. En este maremágnum de exigencias procedentes de los más disímiles horizontes, debemos recordar, en medio de la búsqueda de alternativas, las críticas que le hacía Engels a Bakunin sobre el debilitamiento o la desaparición del Estado en una sociedad que todavía no hubiera arribado al comunismo: “En esta sociedad no habrá, ante todo, autoridad alguna (el subrayado es suyo), pues la autoridad, que equivale al Estado, es el mal absoluto. (No se nos dice nada, naturalmente, acerca de cómo se las van a arreglar estos señores para hacer funcionar las fábricas y los ferrocarriles y gobernar los barcos, sin una voluntad que decida en última instancia y sin una dirección única.) Cesa también la autoridad de la mayoría sobre la minoría. Cada individuo y cada comunidad son autónomos, pero Bakunin vuelve a guardar silencio acerca de cómo puede existir una sociedad, integrada aunque solo sea por dos individuos, sin que cada uno de ellos no renuncie a parte de su autonomía.”[25]

 De manera que Cuba, navegando siempre contra la corriente —aún  en ocasiones contra la propia inmensa corriente política e ideológica que desencadenó desde los inicios la Revolución de Octubre— continúa  todavía en su afán de construir una sociedad mejor para ella y, hasta donde sus posibilidades y su filosofía solidaria de compartir lo que se tiene en lugar de dar lo que le sobra le permiten, también para los demás pueblos del mundo.

Para Néstor Kohan y otros amigos preocupados, ojalá sirvan de algo, aunque sea para generar nuevas dudas o nuevas aristas al debate, estos apuntes parciales e incompletos, cosa lógica cuando sobre el tema se han escrito tratados sin que se divise aún en el horizonte más que la orilla de la cual partimos. Ante los que no quieren a la Revolución Cubana ni les interesan su presente ni su futuro, me limito a repetir aquí, para nosotros mismos, los versos del Dante, citados por Marx hace casi siglo y medio, cuando el 25 de julio de 1867, en Londres, concluyó el Prólogo a la primera edición de El Capital:

Segui il tuo corso, e lascia dir le genti!*




[1] José Martí, Obras Completas, Editorial de Ciencias Sociales, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1975, tomo VI, páginas 311-312. (En lo adelante la indicaremos como O.C. el tomo en números romanos y la página en números arábigos)
[2] Ídem, t. VI, p. 337
[3] Ver mi artículo Carlos Marx y José Martí, Juventud Rebelde, 5 de mayo de 2010. Puede verse además en http://www.juventudrebelde.cu/opinion/2010-05-04/carlos-marx-y-jose-marti/ y en http://www.rebelion.org/noticias/2010/5/105340.pdf y diversos medios digitales en fecha más o menos aproximada.
[4] “…Según la concepción materialista de la historia, el factor que en última instancia determina la historia es la producción y la reproducción de la vida real. Ni Marx ni yo hemos afirmado nunca más que esto. Si alguien lo tergiversa diciendo que el factor económico es el único determinante, convertirá aquella tesis en una frase vacua, abstracta, absurda. La situación económica es la base, pero los diversos factores de la superestructura que sobre ella se levanta (…) ejercen también su influencia sobre el curso de las luchas históricas y determinan, predominantemente en muchos casos, su forma.” Federico Engels. Carta a José Bloch, Londres, 21-22 de septiembre de 1890, en C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1974. Tomo III, página 514.
[5] “El que los discípulos hagan a veces más hincapié del debido en el aspecto económico, es cosa de la que, en parte, tenemos la culpa Marx y yo mismo. Frente a los adversarios, teníamos que subrayar este principio cardinal que se negaba, y no siempre disponíamos de tiempo, espacio y ocasión para dar la debida importancia a los demás factores que intervienen en el juego de las acciones y reacciones.” Ídem, p. 516.
[6] Señaladamente El AntiDüring y Ludwig Feuerbach y el fin de la filosofía clásica alemana, según lo recomienda, además, el propio Engels a Bloch en la carta citada.
[7] Ver mis artículos Algunas ideas entorno a José Martí y el socialismo y Otros apuntes en torno a las ideas sociales de José Martí y a la cultura del debate, del 19 y 20 de agosto de 2007 respectivamente, publicados originalmente en http://www.kaosenlared.net y reproducidos por otros medios digitales.
[8] Una cosa te tengo que celebrar mucho, y es el cariño con que tratas: y tu respeto de hombre, a los cubanos que por ahí buscan sinceramente, con este nombre o aquél, un poco más de orden cordial, y de equilibrio indispensable, en la administración de las cosas de este mundo. Por lo noble se ha de juzgar una aspiración: y no por esta o aquella verruga que le ponga la pasión humana. Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras:--el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas:--y el de la soberbia y rabia disimulada de los ambiciosos, que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingirse, para tener hombros en que alzarse, frenéticos defensores de los desamparados.” José Martí. Carta a Fermín Valdés Domínguez, Nueva York, mayo de 1894. O.C. t. III, p. 168. (El subrayado es nuestro) Véase también que en fecha cercana, 1890, cómo en la referida carta a José Bloch, Engels le había recomendado a este “que estudie usted esta teoría en las fuentes originales y no en obras de segunda mano; es, verdaderamente, mucho más fácil.”

[9] José Martí, O.C. t. IX, p. 388.
[10]En Internet se pueden descargar en http://www.cubadebate.cu/noticias/2011/05/09/descargue-en-cubadebate-los-lineamientos-de-la-politica-economica-y-social-pdf/
[11] Aurelio Alonso Tejada. El reto de una creatividad en tono mayor. En El laberinto tras la caída del muro. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006. Pág. 386. Allí leemos: “No tiene sentido tomar la experiencia frustrada como modelo, ni conceptos como los de “socialismo” y “comunismo” pueden ser sacrificados a la ligera en la pira del fracaso del experimento socialista soviético.” (…) “Por tal motivo, insisto en que necesitamos seguir hablando de “socialismo”, y también debemos hablar de “reinventar”, ya que de ningún modo se trata en rigor de un rescate de proyectos que fracasaron.”
[12] Ver los ensayos contenidos en el libro El derrumbe del Modelo Eurosoviético. Visión desde Cuba. Colectivo de Autores. Editorial Félix Varela, La Habana, 1996. En la Introducción, a cargo de los profesores Ramón Sánchez Noda y Román García Báez, podemos leer lo siguiente: “La humanidad ha ido observando perpleja el desmoronamiento y posterior derrumbe de lo que se percibía como una de las estructuras sociopolíticas más sólidas del mundo contemporáneo. No es de extrañar entonces que en todos los países y sectores hayan proliferado las posiciones más disímiles. En Cuba la incidencia de este proceso y la necesidad de estudiarlo se acentúa por su repercusión directa en la vida cotidiana y sobre todo por nuestra postura inclaudicable en defensa del socialismo.” Y más adelante se señala que “Al recurrir a Marx, Engels, Lenin, al Che, a Fidel, reapareció el hilo conductor que nos permitió escapar de ese laberinto.” Op. cit. Pág. 3.
[13] Néstor Kohan. La vitalidad del pensamiento latinoamericano. Prólogo al libro de Armando Hart Marx, Engels y la condición humana. Una visión desde Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005. Pág. XXVI.
[14] En los propios Lineamientos podemos leer lo siguiente: “Para elaborarlos, se han tenido en cuenta las experiencias pasadas, la evolución y proyección del escenario económico y político mundial, así como la situación de la economía cubana en dicho contexto, todo ello avalado por los resultados de las proyecciones efectuadas a mediano plazo.”
[15] Probablemente ningún pueblo del mundo, proporcionalmente hablando, haya hecho un ejercicio de debate colectivo mayor que el que acabamos de realizar los cubanos discutiendo las bases sobre las que se realiza la actualización de nuestro modelo económico. Los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución fueron objeto de un proceso de discusión en tres etapas: Primera Etapa: Discusión por todo el pueblo (diciembre de 2010 a febrero de 2011. Esta etapa incluye la discusión en el Sexto Período Ordinario de Sesiones de la Séptima Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, los días 15 al 18 de diciembre de 2010. Segunda Etapa: Discusión en cada provincia por los delegados e invitados al VI Congreso del PCC, los días 8 al 10 de abril de 2011. Tercera Etapa: Discusión por las Comisiones durante el VI Congreso del PCC, los días 17 y 18 de abril de 2011.  Los 291 Lineamientos iniciales se analizaron en 163 mil 79 reuniones, con 8 millones 913 mil 838 participantes; esta cifra incluye a los que asistieron tanto a las reuniones de sus organizaciones de base, como a sus centros de trabajo o estudio y las de la comunidad. Se realizaron 3 millones 19 mil 471 intervenciones, que se agruparon en 781 mil 644 opiniones. Más de 395 mil opiniones fueron aceptadas e incluidas en la reformulación de los Lineamientos; unas 210 mil correspondieron a acciones de la implementación; más de 65 mil fueron dudas o preocupaciones que se esclarecerán mediante los programas de divulgación; otras 62 mil opiniones se refirieron a temas que ya estaban contenidos en diferentes Lineamientos y aproximadamente 50 mil no fueron aceptadas o se continuarán estudiando en etapas posteriores.
[16] Martí expresó que todo hombre lleva en sí la semilla de un déspota, y no más cae en su mano un átomo de poder, ya se cree dueño de la totalidad de los orbes y ve volar en torno a él las águilas de Júpiter.
[17] “¿Dónde iremos a buscar modelos? La América Española es original. Originales han de ser sus Instituciones y su Gobierno. Y originales los medios de fundar unas y otro. O inventamos o erramos.” Simón Rodríguez, Sociedades Americanas (1842). En Inventamos o erramos.  Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 2004. Página 138.
[18] François Houtart. Los desafíos de Cuba para un Socialismo del Siglo XXI. Prólogo al libro El laberinto tras la caída del muro. Ed. cit. Pág. XIV. “Cuba ha demostrado que no hay socialismo sin solidaridad internacional. No ha sido fácil de alcanzar un equilibrio entre ella y las necesidades locales, para un país relativamente pobre, bajo presión económica y política.”
[19] Federico Engels. Carta a Otto von Boenigk, 21 de agosto de 1890. En C. Marx y F. Engels. Obras Escogidas en tres tomos. Ed. cit. T. III, p. 512.
[20] V. I. Lenin. El imperialismo, fase superior del capitalismo. En Obras Escogidas en tres tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1961.Tomo I, página 693. Lenin apunta que esta corriente consiste en ser “Socialismo de palabra y chovinismo de hecho”.
[21] El subrayado es nuestro, para esclarecer qué entendemos por formas de gestión no estatal.
[22] De esta manera se mantiene el principio de que la planificación socialista es, en lo fundamental, centralizada, aún cuando cada plan se discuta con los obreros y trabajadores en sentido general y estos aporten sobre aspectos que posibiliten su cumplimiento. Sobre este cardinal asunto del socialismo, el Che planteó: “En una planificación centralizada, correcta, es muy importante la utilización racional de cada uno de los distintos elementos de la producción y no puede depender de una asamblea de obreros o del criterio de un obrero, la producción que se vaya a hacer.” Ernesto Che Guevara. Algunas reflexiones sobre la transición socialista. Carta a Fidel Castro, abril de 1965. En Apuntes críticos a la Economía Política. Ocean Sur, Centro de Estudios Che Guevara, La Habana, 2006. Pág.19.
[23] José Martí. O.C. t. XV, p. 392.
[24] Simón Bolívar. Discurso ante el Congreso de Angostura, 15 de febrero de 1819.
[25] Federico Engels. Carta a Theodor Cuno, Londres, enero de 1872. En C. Marx y F. Engels, Op. cit. t. II, p. 450.
* Dante Alighieri. La Divina Comedia. “¡Sigue tu camino y deja que murmure la gente!”.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario