miércoles, 5 de diciembre de 2012

Cuba y EE.UU. a trece años del caso Elián

(Tomado de La Pupila Insomne)
Iroel Sánchez
Los políticos cubanoamericanos Ileana Ros_lehtinen y Lincoln Díaz-Balart con el niño Elián en Miami
Los políticos cubanoamericanos Ileana Ros-Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart con el niño Elián en Miami
Por estos días de 1999 circulaban, desde la ciudad de Miami, las primeras noticias alrededor de un hecho que jamás debió ocurrir. La llegada a las costas de La Florida del niño Elián González, luego de un naufragio en que pereciera su madre, era convertida por los grandes medios de comunicación en materia prima para la demonización de Cuba.
Políticos caracterizados por su hostilidad hacia la Isla se retrataban junto al niño que apenas cumplías seis años y lo exhibían como trofeo de una guerra donde acumulaban demasiadas derrotas. Familiares lejanos, asentados en La pequeña Habana de Miami, recibían de las autoridades norteamericanas la custodia del pequeño y se negaban a devolverlo a su padre que lo reclamaba en Cuba.
Lo que en cualquier lugar del mundo hubiera  sido un un trámite de rutina, se convertía, gracias a la política migratoria esgrimida como arma propagandística contra Cuba  por Estados Unidos, en un proceso que vulneraba los derechos de un padre sobre su hijo reconocidos universalmente.
Fue necesaria una batalla de más de seis meses para que se impusiera el sentido común y un sencillo trabajador derrumbara, con su insistencia en vivir en Cuba junto a su hijo, los estereotipos construidos por decenios de progaganda. La Ley de Ajuste Cubano de 1966 y la política norteamericana de “Pies secos- pies mojados”, que otorgan la residencia automática a todo cubano que arribe a ese país bajo el supuesto de considerarlo refugiado político, han sido la base para absurdos como el caso del niño Elián Gonzéz.
Estados Unidos rectificó entonces un caso que hizo demasiado evidentes las inconsecuencias de su política hacia Cuba pero dejó intacta la maquinaria que las sostiene: bloqueo económico, acogida a la emigración ilegal y financiamiento gubernamental a la propaganda que la estimula a través de una amplia asignación de fondos para emisoras de radio y televisión, sitios en internet y acciones de subversión interna.
Trece años después, tales políticas están aún más en tela de juicio. Los recientes cambios en la regulaciones migratorias cubanas han dado un golpe significativo a quienes insisten en convertir la emigración en un arma política contra la Isla, la condena al bloqueo en los foros internacionales marca record históricos y la permanencia en prisión del “contratista” Alan Gross -por cumplir tareas del gobierno norteamericano en su estrategia de “cambio de régimen” hacia la Cuba- hacen crecer las denuncias al interior de Estados Unidos para que se deje de utilizar el dinero de los contribuyentes norteamericanos en acciones que sólo cosechan fracasos. Es hora de que algo cambie en Washington. (Publicado en CubAhora)

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